Ministerio de inmigración de iglesia en Fort Worth renueva vidas

Pastor Rafael Solis and the members of Iglesia Bautista Azle Avenue in Fort Worth are changing lives through the congregation’s Vida Nueva Immigration Service ministry. (Photo / Isa Torres)

image_pdfimage_print

El Pastor Rafael Solís y los miembros de la Iglesia Bautista Azle Avenue en Fort Worth entienden que los pequeños y fieles actos de fe son los que causan grandes cambios en la vida de las personas—en este caso, la de inmigrantes que necesitan mantener su documentación legal.

Vida Nueva, el ministerio inmigratorio de la congregación, les ha demandado un compromiso y una inversión significante. Pero en lugar de considerar el costo, Solís y los miembros de la iglesia se fijan en lo que realmente cuenta—demostrar el amor de Dios a la gente que está vulnerable.

“Nosotros no hacemos esto para que lo gente nos agradezca,” dijo Solís. “Lo hacemos porque nosotros estamos agradecidos.”

Realizan este trabajo porque hace una diferencia en la vida de individuos, como en la vida de Lorena Ortega.

‘Este es mí hogar’

Ortega, 23, tenía 7 años cuando su madre le dijo a todos en la familia que irían a Estados Unidos a visitar a su papá. Lorena no había visto a su padre en meses, pero sabía que sería más que una visita.

“Mí mama dijo, ‘empaquen sus cosas y despídanse de sus amigos,’” ella dijo.

Con su hermana, su hermano, su mamá y su abuela, Lorena tomo el autobús desde Tijuana a San Diego, y de ahí a Fort Worth.

La familia de Lorena nunca había planeado salir de México, pero las circunstancias los llevaron a tomar esa decisión.

“Mi esposo y yo teníamos una buena fuente de ingresos,” Elizabeth Ortega dijo. “Pero de repente las cosas cambiaron y tuvimos que buscarle por otro lado.”


Sign up for our weekly edition and get all our headlines in your inbox on Thursdays


Los Ortega se sentían atrapados, ya que el padre de Lorena había perdido su empleo en México, y no podía encontrar trabajo donde vivían. Así que después de esforzarse para conseguir sus documentos, él obtuvo una visa para ir a Estados Unidos a buscar más oportunidades. Meses después de que él llego, el resto de la familia pudo unírsele.

Cuando dejaron México, los Ortega dejaron la inseguridad y la frustración de no poder proveer para la familia.

“Yo crecí aquí,” Lorena dijo. “Este es mi hogar, y si yo estuviera en México ahora, probablemente ya no estaría en la escuela.”

Ella es beneficiaria del permiso de la Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), el cual requiere que los individuos terminen su preparatoria o que hagan su GED, y que no tengan delitos ni condenas.

Aunque el DACA le permite trabajar aquí, Lorena aún se encuentra con discriminación recibida de clientes, otros empleados, y algunos de sus superiores.

“Ellos piensan que yo no hablo inglés, y por eso no me tratan con respeto,” Lorena dijo.

“Algunos supervisores también me han dicho que por mi estatus, ellos podrían correrme en cualquier momento.”

Lorena y su familia han encontrado paz y confort en la Iglesia Bautista Azle Avenue y en el ministerio Vida Nueva.

Un llamado dado por experiencia

Solís, el pastor de la Iglesia Bautista Azle Avenue, es el fundador y director del ministerio para inmigrantes.

Aunque el Servicio de Inmigración Vida Nueva oficialmente empezó hace un año, él y la congregación han estado haciendo este tipo de trabajo por 16 años, cuando Azle Avenue Baptist Church, una iglesia con una población predominante de descendencia anglo, se unió con una iglesia de habla hispana y llamo a Solís a pastorear la congregación.

Pero antes de que Solís pastoreara la iglesia a servir a los inmigrantes, el mismo tuvo que lidiar con algunos problemas migratorios.

Mientras buscaba obtener otra visa que lo dejara seguir viviendo y trabajar en Estados Unidos, descubrió un grave problema el fin de semana antes de se diera el fin del plazo para entregar su documentos. Descubrió que su abogado había estado mintiéndole y no había hecho lo necesario para hacer los documentos requeridos por la agencia federal.

“Fui a entregar mis papeles a las 9 a.m. y para la 5 p.m. me estaban diciendo que tenia la opción de presentar mi caso ante un juez,” Solís dijo.

Mientras estaba en las oficinas de inmigración, Solís se dio cuenta que todo el dinero que había pagado para obtener su visa se había desperdiciado, cuando oficiales de inmigración vinieron a detenerlo.

“Me dijeron que tenía dos opciones,” Solís dijo. “Podía esperar a que un juez escuchara mi caso o podía dejar que me deportaran.”

Si Solís hubiera escogido llevar su caso a un juez, él hubiera tenido que pasar todo el tiempo en el centro de detención hasta que un juez lo pudiera ver, y eso pudo haber tomado meses.

“Había mucho abuso en el centro de detención,” Solís recordó. “Los oficiales maltrataban a la gente. Así que les dije que me deportaran.”

Solís fue llevado a Nuevo Laredo, donde encontró refugio en una iglesia por algunos días, y después regreso a Jalisco, su estado natal. De ahí, él le dijo a su esposa que se fuera con su hija de regreso a casa.

Tres meses después, los tres consiguieron sacar una visa. Esta vez ellos sabían que cosas evitar, con que personas tratar, y como manejar el proceso.

Una vez que consiguió recibir la ciudadanía, Solís ha buscado ayudar a otros por medio de servicios migratorios de muy bajo costo, pero también ha querido ofrecer el servicio en el nombre de Cristo.

Un representante acreditado

Por medio del proyecto del Servicio de Inmigración y Centro de Ayuda (ISAAC, por sus siglas en ingles), el cual es un ministerio de la Convención Bautista de Texas, Solís recibió el entrenamiento para ser reconocido como un representante acreditado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

“Recibir la acreditación no fue un proceso fácil,” él dijo. “Uno tiene que gastar mucho dinero en libros, y buscar a abogados que estén dispuestos a que tú practiques bajo su supervisión, lo cual no muchos quieren.”

Algunos de los abogados de inmigración no están dispuestos a dejar que otras personas se acrediten porque no quieren competencia, y es por eso que Solís dice que ser un representante acreditado requiere “visión, inversión, y compromiso.”

La Iglesia Bautista Azle Avenue es una de las pocas iglesias de la Convención Bautista de Texas que han aceptado tomar este reto.

Oportunidad de desarrollar relaciones

Desde que Vida Nueva empezó oficialmente el año pasado, han recibido alrededor de 150 clientes, y ahora ellos pueden tener 15 nuevas consultas cada mes.

Cada nuevo cliente que puede continuar el proceso es una persona con la cual la iglesia va a tener una relación por alrededor de un año, dijo Norma Trejo, directora del alcance a la comunidad de Vida Nueva.

Gente viene a Fort Worth desde Austin, Wichita Falls y San Angelo a ver si Vida Nueva puede trabajar con ellos.

Aparte de sus servicios de inmigración, la Iglesia Bautista Azle Avenue ofrece clases de inglés sin ningún costo y clases de ciudadanía a un precio de $25, a través de una asociación con Tarrant Community College.

“Para que las iglesias puedan hacer esto, tienen que entender que esto es un trabajo de tiempo completo,” dijo Trejo.

Aunque pueda tomar mucho tiempo y muchos recursos de la iglesia, Solís insiste que este trabajo es muy hermoso cuando la gente regresa y les dice, “Tengo ahora mi residencia, y voy a poder volver a ver a mi madre, a quien no veo desde hace 20 años.”

 


We seek to connect God’s story and God’s people around the world. To learn more about God’s story, click here.

Send comments and feedback to Eric Black, our editor. For comments to be published, please specify “letter to the editor.” Maximum length for publication is 300 words.

More from Baptist Standard