¡Es Tiempo de Revitalizar!

  |  Source: Baptist Press en Español

Dr. Antonio Josué Miranda es el presidente de la Convención Bautista Hispana de Texas y pastor de la Primera Iglesia Bautista de Austin, Texas.


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Vivimos tiempos muy desafiantes que demandan lideres e iglesias fuertes. La pandemia, la guerra en Ucrania y la tragedia en Uvalde son algunos eventos recientes que han marcado nuestro corazón como sociedad.

En medio de la desesperanza, el caos y el dolor ante tales circunstancias que reflejan los desafíos que enfrentamos en este mundo, se hace evidente la necesidad que tiene la Iglesia de recibir un vigor fresco de parte de Dios. No hay otra fuente a donde acudir para ser confortados y renovados en nuestras fuerzas, sino solo al Señor. Sin duda alguna, es tiempo de revitalizar nuestra iglesia y también nuestro caminar con el Señor a un nivel personal.

La revitalización se puede definir como la obra sobrenatural de Dios que restaura la salud y vitalidad de una iglesia que está estancada o en declive. Un estudio desarrollado por North American Mission Board revela que cerca del 90 percent de las iglesias necesitan ser revitalizadas en un área o en otra, y esta realidad hace evidente la necesidad de crecimiento en la vida espiritual de cada uno de los que formamos parte de esas iglesias (Associational Replanting Guide, North American Mission Board).

Aunque cada iglesia tiene su propio ADN y enfrenta desafíos únicos, podemos identificar algunos factores que son fundamentales en revitalizar la iglesia, así́ como nuestra vida espiritual en un nivel personal.

Santidad y Oración 

La falta de pasión por santidad y obediencia a la Palabra de Dios y la falta de compromiso con la oración, son las principales razones de una vida espiritual estancada o en declive. La búsqueda profunda del Señor ha sido siempre la antesala de todo avivamiento (2 Cro. 7:14; Stgo. 4:8).

Por otro lado, creyentes satisfechos, cómodos y apáticos, o líderes que se alimentan a sí mismos, nos llevan a caminos opuestos a aportar vitalidad a nuestras congregaciones. Un compromiso temporal con el Señor tampoco es la solución, y tampoco cambios que impulsen el crecimiento espiritual a corto plazo. Los resultados radicales solo vienen después de cambios radicales. En esta búsqueda de santidad y obediencia es esencial recordar que: (1) Sin el poder del Espíritu Santo su iglesia experimentará solo cambios sociológicos positivos  (William Thompson Kevin), (2) Cristo es la Cabeza de la Iglesia y el Autor de nuestra fe (Heb. 12:2) y nosotros estamos sujetos a Él; la comunión genuina con el Dios Trino es fundamental para nuestro crecimiento.

A medida que la obediencia y la oración empiezan a definir nuestras vidas, como resultado tendremos relaciones correctas los unos con los otros como el cuerpo de Cristo que somos. El crecimiento es parte integral del diseño de Dios en su creación. En todas las áreas de vida hay etapas en las que tenemos que ir avanzando y subiendo de nivel, y nuestra vida espiritual no es la excepción (Ef. 4:15; 2 Pe. 3:18;).

Evaluación y Plan de Acción 

Cada iglesia local es única y enfrenta retos singulares. La evaluación periódica de las diferentes áreas de la iglesia nos dará́ una mejor imagen en cuanto a en cuales de ellas tenemos mayor necesidad de revitalización.

Una frase clásica en productividad institucional nos dice: “Lo que no se puede medir, no se puede mejorar” (Frase atribuida a Albert Einstein). A veces no percibimos una realidad simplemente porque no la exploramos. Como dice el refrán: “El pez no sabe que está mojado”.


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En este proceso de exploración es necesaria una buena dosis de humildad y la guía de Dios para ver honestamente las áreas donde el crecimiento está estancado, así́ como identificar aquellos esfuerzos que no tienen razón de ser y nos desvían de nuestra misión. De igual manera, es importante generar un plan de acción basado en esta evaluación. Si nosotros no tenemos un plan de acción (como iglesia) o de vida (como personas), alguien más lo tendrá́ por nosotros.

En esta jornada es necesario hacernos las preguntas: ¿Cómo hacemos para ir de donde estamos hasta donde Dios nos está guiando?; ¿Qué cambios el Espíritu Santo nos está guiando a realizar? –debemos tener en mente que cambio no es necesariamente lo mismo que progreso– cambiar sin dirección puede llevarnos a un retroceso.

Clarificar y articular las prioridades de la iglesia (y de nuestra vida) nos traerá́ luz para desarrollar un plan de acción en tiempo y forma, consistente con la misión única dada por Dios.

Propósito y Misión 

Entender el propósito es el punto existencial de partida. En las referencias bíblicas, la misión de la iglesia está constantemente en función de la proclamación del evangelio y el discipulado (Mateo 28:19; 1 Pe 2:9). Así que es esencial que cada iglesia desarrolle una misión articulada basada en su propio contexto, alineada con estas descripciones bíblicas, y esto también aplica a nuestra vida a un nivel personal.

La revitalización y la misión siempre van de la mano. Las iglesias que experimentan mayor crecimiento son las que entienden su misión única dada por Dios y se comprometen en el proyecto misionero y de discipulado. Lo cierto es que no debemos de tener miedo a hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer. Él ha prometido estar con nosotros en el cumplimiento de nuestra misión.

Tanto a nivel de congregación como a nivel personal, el crecimiento y la revitalización pueden tomar tiempo. Recordemos que los resultados radicales solo vienen después de cambios radicales, cambios guiados por Dios para crecer en Él. Un gran científico dijo, “La locura es hacer la misma cosa y esperar un resultado diferente”. Quizás hemos querido ver algo diferente en nuestra iglesia o en nuestra vida, pero nos encontramos haciendo lo mismo. Los tiempos demandantes en los que vivimos requieren una dependencia más profunda del Señor que nos den un vigor fresco su parte. ¡Es tiempo de revitalizar!

Publicado el 23 de junio 2022 en https://www.baptistpress.com/resource-library/espanol/es-tiempo-de-revitalizar%EF%BF%BC/


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